¿Y si el amor pudiera trascender el tiempo y la muerte?
Cuando tenía tres años, empecé a dibujar una casa con una puerta roja. Junto a
la casa dibujé una familia feliz: un esposo, una esposa, un bebé y su perra.
Durante años lloré todas las noches, abrazada a los dibujos, suplicándole a mi
mamá que me llevara a casa con mi verdadera familia.
Me tacharon de rara: una niña con talento e imaginación hiperactiva.
Pero un día fui directamente a la casa de la puerta roja y encontré al hombre y
a la perra que había estado dibujando.
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