Es peligroso.
Implacable.
Y sexy, muy sexy; tan adictivo que me obsesiona.
Me dijo que algún día me poseería entera.
Se llama Ash y el mundo entero parece inclinarse ante él.
Sé quién es, veo más allá de su máscara de hombre de negocios respetable y
legal, y sé que debería huir.
El peligro que corro es tan cercano, tangible, inminente y real que casi puedo
notar su sabor en la punta de la lengua. Mi instinto me grita que salga de su
vida lo antes posible.
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