“Quiero salvarte tanto como quiero matarte”.
Son palabras que la doctora Angela Hawthorne no puede dejar de pensar.
Especialmente porque se las susurró al oído un príncipe rebelde de la Mafia en
plena pasión.
Aunque ella no necesita que la salven. Y no teme a la muerte. No es la princesa
de la alta sociedad que aparenta ser.
No teme a Roman ni a su reputación. Ni siquiera cuando la secuestra y le da un
ultimátum: aceptar su dinero o recibir una bala.
Angela no quiere ninguna de las dos cosas.
Sin embargo, aceptará.
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