No se suponía que fuera así.
La Academia Evergreen debía ser mi nuevo comienzo. Mi cabello estaba perfecto.
Mi piel impecable. Y ahora lucía mis ropas con orgullo en lugar de esconderlas.
Ni siquiera encontrarme con Ryder me había desestabilizado. ¿Qué importaba que
el demonio de ojos plateados que me atormentó durante años ahora gobernara mi
nueva escuela con un grupo de chicos que todos llamaban los Caballeros? Los
cuatro eran devastadoramente ricos, envidiablemente guapos… y desgarradoramente
crueles.
Pero los Caballeros de Evergreen no me asustaban. Tenía mis propios planes y
ninguna razón para entrar en su pequeño mundo…
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