Odio a mi jefe. Cuando Ryan, el hombre sexista vivo, me ofrece la oportunidad
de decirle a dicho jefe, toma este trabajo y métetelo. ¿Cómo podría decir que
no? Especialmente después de la forma traviesa en que sus ojos me recorrieron.
El precio: un fin de semana con Ryan mandando. ¿Qué podría salir mal? Acabo
cambiando un jefe arrogante por uno salvaje. Si Ryan cree que puede mandarme,
tiene otra cosa que hacer. O tal vez lo haga yo.
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