Comenzar una nueva vida en una gran ciudad, independizarse por fin, trabajar en
lo que siempre soñó… Ainara ve cumplido su objetivo y lo hace con lágrimas de
felicidad en los ojos.
Nadie le dice que vaya a ser un camino de rosas, pero sí que, con un poco de
paciencia y la fuerza de la juventud, pronto se abrirá ante ella una etapa que
la eclipsará.
Visto así, tan solo le falta un pequeño empujoncito por parte de Cupido para
que en su bonito rostro se le dibuje la más amplia de las sonrisas. Y enseguida
se pone manos a la obra con su arco y sus flechas.
Thiago, ginecólogo de profesión, y con la habilidad de convertir las rodillas
de Ainara en gelatina, es el candidato ideal para conquistarla, ¿habrá acertado
de pleno el travieso angelito o habría mucho que discutir al respecto?
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