En mi imperio, reclamo lo que es mío. Incluso a ella.
Soy su tutor, su guardián.
No debería codiciar su inocencia, no debería ansiar marcarla como mía.
Pero lo hago, porque ella es una tentación a la que ya no puedo resistirme.
En mi mundo, las reglas se rompen y los límites se traspasan.
Ella estaba destinada a ser intocable, pero yo nunca he sido de los que siguen
reglas.
Soy su protector, su guardián, pero esta noche no veo más que a la mujer en la
que se ha convertido: una mujer madura.
Su mirada vacilante y su suave rubor encienden algo primitivo dentro de mí.
No debería desear la inocencia de sus ojos, ni anhelar enseñarle las duras
lecciones de mi oscuro mundo.
Sin embargo, aquí estamos, al borde de un abismo y ella es demasiado ingenua
para comprenderlo.
Ella lo llama miedo, yo lo llamo destino. Ella es mía y debo reclamarla,
protegerla.
Y haré lo que sea necesario para conservarla, porque ella me pertenece.
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