Madison entregó su corazón a un chico a los dieciséis años, pero todo lo que obtuvo a cambio fue un corazón roto y un vientre abultado.
Sola con un bebé y desesperada por el amor que no había encontrado, recurrió a
un hombre que selló su "reclamo de devoción" con un anillo de
diamantes.
Le prometió una familia. Una vida. Un futuro. Pero sus mentiras no eran más que
una tapadera para el infierno personal al que la sometía a diario.
Ahora, a los veinticinco años, Madison hace tiempo que dejó de creer en el
amor. Sencillamente, no es una casilla de su cartón de bingo.
Al compaginar la maternidad con tres trabajos y los cursos en línea, no tiene
tiempo para nada.
Por eso, cuando el malhumorado vecino que vive al otro lado de su dúplex deja
una nota grosera en su puerta, no le interesa.
Ni por su pelo oscuro, ni por su físico, ni por los hoyuelos que sólo ha visto
una pizca. No está interesada al cien por cien, en absoluto.
Ni siquiera un poco.
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