Nunca había participado en una subasta.
Pero cuando la vi, asustada y desvalida, no pude alejarme sin más.
Está siendo subastada como una mujer más, pero es evidente que ella es
diferente.
Lo sé nada más verla.
Es inocente y pura.
Pero cuando la tengo entre mis brazos, deseoso de darle placer, me doy cuenta
de que no podré saciarme nunca de ella.
Ella es distinta, fresca e inteligente y me vuelve loco.
Ahora soy yo el asustado y desvalido, que solo quiere su amor.
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