Si me besa ahora mismo, me ahogaré. Cada bocanada de aire es superficial y ardiente, porque en los brazos del hermano de mi mejor amiga, estoy más cerca del pecado que nunca.
Sus ojos se posan en mis labios y recuerdo la primera vez que lo probé, hace
siete años, antes de marcharme de esta ciudad y jurar que nunca volvería. Sus
manos me agarran por la cintura y recuerdo el dolor que sentí cuando me
rechazó, cuando todo mi mundo se derrumbó por su culpa. Aprieta la mandíbula y
mis sentidos se encienden con un recuerdo doloroso.
No soy suya para que me bese, y él no es mío.
Intenté alejarme de Tyler Wagner, poniendo todo un país entre nosotros. Pero
cuando la boda de su hermana nos trae de vuelta al mismo pueblo, a la misma
casa, no puedo evitarlo, por mucho que lo intento.
Siempre está ahí, con sus ojos oscuros que me hechizan y me atraen hacia su
profundidad. El recuerdo de nosotros me arrastra como una corriente
traicionera, y cuando me dedica esa sonrisa, pierdo el aliento y la voluntad,
incapaz de escapar de su agarre y encontrar la superficie.
Ahora, horas antes de que lleguen nuestras parejas para la boda, estoy en sus
brazos, rogándole que me haga odiarlo, sabiendo que nunca podría.
Si me besa ahora mismo, me ahogaré.
Y lo llevaré conmigo.
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