A veces pienso que fue un sueño colectivo. Que el vino era demasiado fuerte.
Que las máscaras distorsionan los recuerdos.
Pero yo recuerdo sus dedos. Recuerdo cómo me partió en dos con una sola
palabra: “Arrodíllate”.
Ahora camino por este campus como si alguien me vigilara. Porque yo sé lo que
esconden los muros.
Lo que ocurre en El Banquete.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario