Juno
Llego tarde a una entrevista de trabajo y encima me quedo atrapada en un
ascensor con un gruñón obsesionado por la antigua Roma e irritantemente sexy.
Lo último que podría esperarme es que sea el multimillonario dueño del
edificio. Tampoco esperaba estar a punto de cargármelo... accidentalmente, por
supuesto.
La verdad es que no consigo el puesto de jardinera que solicité, pero sí que
recibo una oferta interesante.
Lucius necesita engañar al público (y a su abuela) para que crean que tiene una
relación, y yo necesito dinero para pagar mi matrícula y sacarme mi
licenciatura en Botánica. Nuestro acuerdo nos beneficia a los dos... Bueno,
hasta que yo empiezo a tener sentimientos.
Si ser una amante de los cactus me ha enseñado algo es que si te acercas demasiado,
es muy posible que salgas herida.
Lucius
Tras el incidente del ascensor, me quedo con tres cosas: mi botella de agua
favorita llena de pipí, una reacción alérgica que podría haber acabado conmigo
y unas fotos que nos han sacado los paparazis a mi “novia” y a mí que han hecho
a mi Nana la mujer más feliz de la Tierra.
Naturalmente, mi siguiente paso es chantajear (o sea, convencer) a esta chica
(que sí, que es mona) para que finja estar saliendo conmigo. De esa manera, mi
abuela seguirá estando contenta y como extra, podré mantener a las cazafortunas
a raya.
Por desgracia, mi archienemiga, también llamada “biología” se mete por medio y
toda esa parte de “no entrar en el terreno de lo físico” de nuestro acuerdo se
me hace cada vez más difícil de cumplir. Lo que es peor, cuanto más tiempo paso
con Juno, más se derrite ese exterior que ha sido cuidadosamente construido
para estar siempre congelado.
Si no tengo cuidado, Juno echará abajo todas mis murallas.
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