Atrapada en un ascensor con el hombre más atractivo que jamás había visto...
¿Quién iba a pensar que algo así podía ocurrir?
Este hombre no solo era atractivo; era el magnetismo animal personificado.
Era cada flechazo, cada antojo, cada deseo y cada fantasía, todo en uno.
¿El problema?
Había algo siniestro acechando bajo esa fachada tentadora.
Algo oscuro y despiadado.
Luca Romano fijó su mirada en mí en el instante en que se cerraron las puertas
del ascensor.
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