En los rincones más profundos de mi mente, persiste un
fuego abrasador: mi primer amor. Ese sentimiento, mezclado con la dulce
melancolía del pasado, se alza como un tesoro intocable que nunca debería haber
existido. Sin embargo, el destino, con su juego eterno, me presenta una carta
que jamás anticipé: Adam Cole, su rostro emerge de las sombras y entra de nuevo
en mi vida, destilando una intensidad que me sacude hasta lo más hondo.
Tres años de ausencia no lograron extinguir esa chispa. Pensé que el tiempo erosionaría esas emociones, que la distancia borraría la imagen de su sonrisa. Pero el destino —o quizás el capricho del universo—, conspira ahora para que nuestros caminos se crucen nuevamente.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario