«Enamorarte te hace sentir inmortal. ¿No quieres eso?»
Se suponía que yo no debía estar en aquella azotea la noche de San Valentín.
Tampoco Kellan Marchetti, el rarito oficial de la escuela. Nos conocimos cuando
queríamos acabar con todo. De algún modo, nuestras tragedias se entrelazaron y
forjaron un vínculo improbable. Decidimos no saltar y volver a vernos cada San
Valentín. Mantuvimos la promesa durante tres años. Al cuarto, Kellan tomó una
decisión y a mí me tocó lidiar con las consecuencias. Y justo cuando pensaba
que nuestra historia había terminado, empezó otra.
Dicen que todas las historias de amor parecen iguales y saben diferente. La mía
era trágica y estaba escrita con cicatrices escarlata. Me llamo Charlotte
Richards, pero puedes llamarme Veneno.
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