Dicen que de los errores se aprende, pero al parecer eso no va conmigo.
Te cuento...
Siempre he sido una mujer de talla grande, y desde niña es algo que me ha
acomplejado, a tal punto, que me convirtió en la chica tímida e invisible de la
secundaria, donde empezó mi pesadilla. O sueño. Al menos al principio...
Ahí estaba él, con el cielo en los ojos y el pecado en la boca, el más sexy de
la secundaria, y por supuesto, mi amor platónico.
Sé que pensarás que los chicos guapos no se fijan en las gorditas, yo también
pensaba lo mismo. Hasta que un día tocó la puerta de mi casa y me demostró lo
contrario.
Lo que no me esperaba era que por la vergüenza y el qué dirán terminara
arruinando mi vida.
Y vaya que lo hizo...
Años más tarde, 10 para ser exactos, sigo aquí, en el mismo lugar, viviendo las
secuelas de aquella experiencia, alejada de todo romance y enfocada en lo único
que llena ese vacío: mi amor por la cocina y mi empresa de servicios de
catering.
Y es así como lo conozco, mi cliente potencial, mi oportunidad de llevar mi
negocio al éxito: alto, misterioso, con un cuerpo de ensueño y una sonrisa que
te advierte del peligro. El típico hombre que solo lleva a modelos de su brazo.
En pocas palabras, inalcanzable.
Pero, un momento... ¿Por qué me ve así? ¿Es hambre lo que veo en sus ojos?
Imposible, estoy desvariando, un hombre como él jamás se fijaría en mí... ¿O
sí?
miércoles, 17 de mayo de 2023
Amor sin estereotipos - Regina R.
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