McCall Richter encuentra
criminales, estafadores y a los morosos mejor que nadie en el Imperio. Está
orgullosa de su éxito y de ser la dueña de su propia nave espacial, sobre todo
porque le cuesta entender las motivaciones humanas, no puede distinguir cuándo
la gente le miente y es horrible reconociendo expresiones. Ser autista en el
Imperio está mal visto... y hay una práctica cirugía de normalización para
corregirlo... pero ella se las ha arreglado para demostrar su valía y evitar
irritar al titánico régimen. Excepto por una cosa.
Hace dos años, liberó al androide Scipio de un centro de investigación imperial
donde lo trataban peor que a un esclavo. Se ha convertido en su socio y mejor
amigo, pero si el imperio se entera de que lo tiene, una operación de
“normalización” sería la menor de sus preocupaciones.
Cuando su nave es confiscada por un ciborg policía que necesita transportar
prisioneros, McCall sabe que ella y Scipio están en problemas. Y lo que es
peor, el piloto del agente de la ley es un antiguo cazarrecompensas y
competidor comercial al que McCall le ganó el premio muchas veces en el pasado.
Pronto, él estará husmeando por toda su nave e interrogándola
sobre su pasado. Y hay algo extraño en él. Sabe mucho más de lo que ella piensa
de lo que cualquier humano debería saber. Solo es cuestión de tiempo que
descubra su secreto. ¿Y entonces qué?
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