La primera vez que ves a alguien, tus ojos entran en
contacto con los suyos. Sonríes, dices hola. es algo sencillo, a menos que seas
yo. La primera vez que vi a Dylan Reed, mis ojos entraron en contacto con otra
parte de sus ojos. Soy muy buena siendo tímida, por no mencionar mi gran
habilidad para escupir tonterías y, por degracia, también soy una experta en
dejarme en evidencia delante de los chicos que me gustan.
En aquél momento, no sabía nada de él y pensé que nada de lo que había dicho
importaría ya que no volveríamos a hablar de nuevo. Pero resulta que estaba
equivocada. Era el receptor abierto estrella de nuestro equipo de fútbol, uno
de los pocos jugadores que se esperaba que acabaría en la NFL, y terminé
viéndolo por todo el campus.
Es posible que además me haya insinuado ante él, que haya huido de él, lo haya
atacado con utensilios de cocina y... bueno, tal vez sea mejor que no os cuente
todo. Son cosas que pasan... o al menos a mí. Al final, llegó un momento en el
que ya no me podía esconder de él, y la verdad es que él tampoco me dejaba
hacerlo.
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