sábado, 31 de diciembre de 2022

Daddy bod - Margot Scott

 


Jonathan.

Sé que tres cosas son ciertas: Pabst no es cerveza de verdad, los Sox siempre pierden y donde sea que esté, siempre soy el tipo más grande de la sala. La gente no se queda boquiabierta cuando me ven venir. Mantienen su distancia, lo cual está bien para mí. ¿Por qué crees que compré una casa para arreglar en el campo? No por las comodidades del prójimo, eso es seguro.
Pero no me importa el trabajo manual, al igual que no me importa la soledad. Tengo mi propio negocio y mis proyectos de bricolaje y no tengo espacio para nada, o cualquiera-más.
Es decir, hasta que April Meyer aparece en mi puerta, toda curvas deliciosas y sonrisas ansiosas, sosteniendo un anuncio de hace un mes que promociona una habitación en alquiler en mi casa nueva.
Una chica de su edad no se muda al medio de la nada sin una buena razón. Me propuse desenterrar las razones de April, pero cuanto más aprendo, más necesito aprender. Pronto, no solo estoy codiciando sus deseos. Les estoy dando vida.
April.
Sabía que el anuncio era una posibilidad remota y no estaba preparada para que un gigante abriera la puerta. Mirando a Jonathan, me siento pequeña por primera vez en mi vida, como si pudiera acurrucarme en su regazo, seguro y cálido.
No es que me dejara. Espero que me envíe a empacar, pero me deja alquilar una habitación. No es mi primera opción mudarme al campo, pero mi madrastra me echó cuando descubrió cómo había estado ahorrando para la universidad: trabajando como una chica de cámara BBW, bajo el nombre de usuario “UntouchedLibrarian” leyendo libros obscenos, a extraños con solo mi sostén.
Tan pronto como vuelvo a estar en línea, conozco a un nuevo cliente, uno que compra todas mis sesiones privadas del mes. Algo acerca de este hombre misterioso se siente familiar, pero diferente de los otros hombres con los que he hablado. No me presiona para quitarme la ropa. Solo quiere que le cuente mis fantasías más sucias, cosas que nunca le he contado a nadie, sobre querer ser mimada y protegida por un hombre al que llamó papi, que me hace sentir como una perla en su palma.

 

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