¿Puede el hermano, amigo y profesor perfecto ser un desastre en el amor? ¿O es que el amor para ser real debe ser imperfecto?
Camden Nash era el hermano ideal, el profesor enrollado y
el mejor amigo que una chica podía tener. Sus carencias se centraban en el
terreno sentimental, precisamente el campo en el que estaba interesada
Charlotte Shepard o, más bien, en el que había estado interesada hasta que una
delatora mancha de carmín le mostró lo que se había negado a ver: que Camden no
era el tipo de hombre que se interesaba por mujeres inteligentes,
independientes y formales como ella.
Por eso había apartado de su mente y de su corazón los sueños románticos y se había centrado en lo único que en ese instante necesitaba de él: su privilegiado cerebro.
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