La belleza nos da poder, pero bien es cierto que de nada sirve con un cerebro vacío y ahí es donde radicaba todo lo que hacía. Mi cerebro estaba lleno de neuronas que trabajaban a mil revoluciones por minutos y lo hacía con un solo objetivo; alcanzar el sueño de lo que quería que fuera el mundo y para ello tenía que utilizar lo que se me había dado de forma natural y manteniendo una estricta disciplina. Quizás mis atributos, tangibles para quien yo quería, fuera el consuelo de los que estaban harto de vivir una mentira.
Pero, ¿Mientras tanto, que? Para esa pregunta no había respuesta, el tiempo era el único responsable de decidir si una agente del CNI era capaz de disparar ráfagas de amor desde lo alto de un tubo.
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