La primera vez que lo vi, supe que nunca querría a otro hombre como lo quería a él.
La segunda vez, bebí una botella de su coñac más caro, que nunca podría pagar por mi cuenta.
Y la tercera vez... bueno, me atrapó robándole.
Robarle al jefe de la mafia irlandesa no era inteligente. Pero nunca pretendí serlo.
Ahora tenía una deuda con él... una grande. Y no se podía arreglar con dinero, ni con favores.
Él solo quería una cosa... Yo.
Someterme a sus más oscuras demandas.
Una vez que la deuda esté saldada, me dejará ir.
Excepto que él está prohibido para mí.
Porque si yo fuera inteligente... buscaría otra forma de pagarle al padre de mi mejor amiga.
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