Regla #1 Los militares heterosexuales siempre serán
heterosexuales, por mucho que desees lo contrario.
Regla #2 Ser multimillonario no cambiará eso (probablemente).
Regla #3 ¿Todo el asunto entre vosotros cuando estaban en el instituto? Era
sólo una fantasía.
Regla #4 Una fantasía unilateral.
Regla #5 Dios, ¿qué tan genial sería si fuera una fantasía de los dos lados?
Regla #6 Vale, me estoy desviando del tema.
Regla #7 Contratar a tu enamorado del instituto está totalmente bien.
Regla #8 Si no dejas que tus sentimientos se interpongan, todo irá bien.
Marshall Lloyd está a punto de no estar bien. No sólo ha vuelto a su vida su
enamorado del instituto, sino que además ha madurado hasta convertirse en un
hombre rudo, melancólico y de gran belleza que hace que los sueños húmedos de
Marshall parezcan tan excitantes como la pintura seca. El único problema: Fox
Fraser, el individuo en cuestión, es heterosexual.
Súper heterosexual.
El tipo de hetero que pondría celoso a una línea recta.
Pero si hay que creer lo que Marshall ve cuando mira a los ojos de Fox, él
también está roto. Hay cicatrices dentro de él que nadie nota. Nadie excepto
Marshall. No está mal querer ayudarlo, ¿verdad? ¿Contratarlo para que se ocupe
de las cosas de la casa para que pueda recuperarse? Es sólo trabajo. Un trabajo
que lleva a miradas persistentes. A toques prolongados. A... mmph. Es mejor no
pensar en ello. Las fantasías de Marshall no son reales. Un tipo como Fox nunca
lo inmovilizaría contra una pared y le haría cosas así.
Tal vez.
Probablemente.
¿Verdad?
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