Eliza y Ernest tenían en común algo más que las iniciales de sus nombres cuando
se conocieron; también creían en el amor verdadero, en la búsqueda del postre
perfecto y en que los perros son, en efecto, los mejores amigos del hombre.
Tras varios años de relación, aunque siguen creyendo en todas esas cosas, han
empezado a pensar que tal vez lo del amor verdadero no sea para ellos o, mejor
dicho, no entre ellos; así que como las personas maduras que son, deciden
resolver sus diferencias de raíz.
Cuando todo parecía resuelto, sin embargo, se topan con el peor de los dilemas:
¿quién se queda con el perro?
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