Marco Bellucci era el gran jefe de la mafia italiana. Antes de ocupar su
puesto, se educó con estrictas normas de sangre y honor. Era un líder que
gobernaba con puño de hierro y sabía que no había nada más importante que la
familia. Su vida siempre giró en torno a la mafia y sabía que todas las
decisiones debían tomarse pensando en su familia, incluido el matrimonio.
En el siglo XXI, los matrimonios seguían siendo contratos, las mujeres no
tenían voz ni voto y eran tratadas como moneda de cambio que favorecía a los
hombres de la mafia. Laís sólo tenía once años cuando la involucraron en un
trato que daría protección a su familia en Portugal y beneficiaría a los
italianos. Era sólo una niña cuando se convirtió en posesión del jefe. Llevada
a Italia, fue internada en un convento hasta que cumplió veintiún años y pudo
casarse con un hombre quince años mayor que ella y líder de una de las mayores
organizaciones criminales del mundo.
La virgen prometida sólo sabía lo que decían de su futuro marido, la peor cara
del cruel criminal y, camino de la boda, tomó la arriesgada decisión de huir,
sólo para descubrir que la vida fuera del convento no se parecía en nada a lo
que había imaginado.
Cuando fue abandonado en el altar por una joven ingenua que no tenía ni idea de
lo que estaba haciendo, Marco tenía dos opciones: continuar la alianza y
encontrarla, o empezar una guerra.
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