Cuando el mejor amigo del empresario inversor Riccardo Mazoni lo dejó plantado
esperándolo en una discoteca, el multimillonario italiano no imaginaba que
terminaría viviendo una madrugada ardiente con una morena seductora, y mucho
menos que, a la mañana siguiente del encuentro, tendría que salir corriendo a
una reunión de emergencia, dejándole solo su número de teléfono.
Encantado, esperó una llamada, pero esta nunca llegó. Sintiéndose rechazado, el
empresario estaba decidido a seguir adelante, hasta que un accidente casi le
costó la vida y lo dejó parapléjico
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