No hables con desconocidos. A menos, claro, que lleven botas y sombrero de vaquero. Entonces definitivamente habla con ellos.
Mi vida estaba perfectamente bien. Bueno, al menos hasta la noche en que
descubrí que mi novio se acostaba con medio maldito pueblo. Sin ningún sitio al
que ir, me refugié en un motel con lo que me cabía en el auto.
Pero ni siquiera veinticuatro horas después de mudarme a ese agujero de mierda,
irrumpe un fornido desconocido con una máscara de calavera. No podía ser peor,
¿verdad? Pues no. Porque ahora este enmascarado me exige que me mude con él
hasta que consiga lo que quiere, ¿y qué pasa con los vaqueros y los granjeros?
Nunca se echan atrás ante un desafío.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario