¿Hay algo peor que enterarse por mensaje de que tu novio te ha dejado justo el
día en que te han despedido?
Sí, que tu novio haya roto contigo hace cuatro meses, justo antes de
trasladarse por trabajo a su nuevo destino durante el próximo año, y que tú no
te hayas coscado de nada.
Que, encima, tu madre te eche la bronca del siglo como si fuese culpa tuya y se
dedique a mandarte fotos robadas de Instagram en las que aparece tu ex
morreándose con otra.
Que te empecines en querer buscar el curro que sea, lo antes posible, y hagas
entre mucho y muchísimo ridículo.
Que confundan a tu gato, que es el ser que más te quiere y más te mima de todo
el planeta, con un bicho gigante al que hay que exterminar.
Pues no…, nada de eso es tan desastroso. La auténtica catástrofe es fiarte de
tu hermana cuando te suelta que tiene un plan, un plan perfecto, y que dicho
plan pase por meter a vivir en tu casa al último (y único) maromo buenorro (y
muy desconocido) con el que te has comido la boca en un bar y… que no te
enteres hasta siete días más tarde, cuando la muy insensata está demasiado
lejos para retorcerle el pescuezo, cortarla en trocitos y tirarla al mar.
¿Y ahora qué hago yo con este adonis en la habitación de al lado, que dormirá
tan cerca y se desnudará para ducharse deslizando las manos suavemente por
todos y cada uno de los rincones de mi cuerpo? ¡Su! ¡Su cuerpo!, no el mío. ¿En
qué estaría yo pensando?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario