«El barón Frederick Wharton leía una carta de su buen amigo Thomas Crawford, en la que le narraba las preocupaciones que le provocaba su hijo James, capitán del ejército de su majestad. Mientras, sus cinco hijas, su hermanastra y su esposa debatían intensamente sobre si era mejor ir a Londres el sábado o esperar hasta el martes siguiente para asegurarse de que no eran las primeras en llegar a la ciudad».
Katherine es la segunda hija del barón y ha crecido escuchando alabanzas sobre su extraordinaria belleza, pero ni una mención a su inteligencia, cultura o buen carácter, por lo que ha llegado a la conclusión de que la belleza es su único don y debe sacar partido de ella. Tras una exposición de su padre sobre la herencia y sus posibilidades, Katherine reunirá a sus hermanas en su dormitorio para compartir con ellas su plan.
«—Tenéis que ayudarme a hacer una lista de candidatos.
—¿Candidatos para qué? —preguntó Harriet.
—¿Para qué va a ser? —Elinor miraba a su hermana como si no diese crédito—. Para casarse, tonta».
Las preferencias de Katherine son muy claras: el candidato debe disponer de más de cinco mil libras al año y ha de ser muy guapo. Alexander Greenwood cumple ambas condiciones con creces, pero no estará en su lista.
«—Lo recuerdo muy bien —dijo Caroline—. Era más guapo que Finley, aunque no tanto como Lovelace. ¿Y rico? Supongo que es mucho más rico, claro, no hay más que oír lo que se dice de la propiedad que tienen sus padres en Whitefield. Hasta el rey Jorge ha alabado esa casa. ¡Y tan cerca de Londres! ¿Lo descartamos? Katherine Wharton, duquesa Greenwood… Piénsatelo bien.»
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