Como uno de los jugadores más importantes de la Yakuza,
cumplo con mi deber y gobierno mi sindicato con mano dura pero justa. Sigo mis
propias reglas y me adhiero a mi propio sentido del deber.
Hasta Mei.
Cuando mi mentor envía a su hija a vivir conmigo y me
indica que la ponga en el camino correcto, trato de usar una mano fuerte para
guiarla. Pero esa mano tiende a gravitar hacia su parte trasera, especialmente
cuando Mei habla con su boca inteligente. Es joven, fogosa y busca el amor.
Aunque sigo reglas estrictas y las hago cumplir en mi vida,
Mei las rompe con facilidad. Es una pequeña rebelde, una que nunca quiero
romper. De hecho, me enamoro de ella tal como es. Ella es la que nunca vi
venir, y sin la cual no puedo vivir.
Cuando un enemigo vea una oportunidad y trate de usarla contra mí, quemaré su linaje hasta los cimientos y salaré la tierra detrás de mí. Para Mei. Para nuestro futuro. Para nuestra familia.
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