En un pueblo pequeño como el nuestro, o eres heterosexual o mantienes la boca cerrada.
Ser gay sería sucio.
Tocar al que ha sido tu hermano pequeño desde los tres años sería sucio.
Enamorarse de él sería aún peor.
Lo protejo porque es mi trabajo.
Me resisto a él porque tengo que hacerlo.
Pero cuando una noche lleva a dos y dos noches llevan a más, las líneas se difuminan y la moral se tambalea y mi cordura da un paseo.
Ahora estamos arriesgando todo lo que tenemos por algo que sabemos que no deberíamos querer.
Y lo único que nos queda es el otro.
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