¿Quieres saber el secreto de la felicidad eterna?
No te enamores nunca.
Ese fue el consejo que mi padre nos dio a los James tras la muerte de nuestra
madre, y a mí me ha servido de mucho.
Hasta que mi querido padre me pidió un favor durante el almuerzo del domingo.
No es gran cosa, ¿verdad? Me encanta hacer feliz a mi viejo. Excepto que este
«favor» es mucho más complicado que recoger su ropa de la tintorería. Papá
quiere que me case y dé unos cuantos herederos al imperio James, e incluso ha
tenido la cortesía de elegir a mi futura esposa. Qué suerte la mía.
Pero si he de ser sincero, me he cansado del interminable ciclo de citas, de
las constantes charlas triviales y de las cada vez menos mujeres a las que aún
no he invitado a una fiesta de pijamas.
Soy abogado, así que los contratos son lo mío. Y eso es realmente el matrimonio:
un contrato negociado entre dos partes. ¿Qué podría salir mal?
Aparece Melanie Edison, una morena de metro setenta y cinco con curvas en TODOS
los sitios adecuados. Una enfermera veterinaria con la boca más inteligente que
he oído nunca. Y me divierto más sin salir con ella que saliendo con cualquier
otra mujer antes, incluso con la absurda regla de Melanie de no tener sexo
antes del matrimonio.
Pero cuando nuestro acuerdo de negocios se convierte en mucho más, acabo
rompiendo mi regla más importante. Y ahí es cuando todo se va al infierno.
No tengo ni idea de cómo podremos reparar el daño que nos hemos hecho. Ni
siquiera estoy seguro de querer hacerlo. Y tal vez volver a mi antigua vida no
sea tan difícil.
Excepto que es demasiado tarde. Rompí mi regla.
Y ella me rompió a mí.
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