Una orden del rey. Un matrimonio forzado. Dos enemigos encadenados por el
deber… y un fuego que arde bajo la piel.
A Lilias Gunn le enseñaron desde niña a odiar al clan Sutherland, sus enemigos
tras años de sangrientos enfrentamientos. Su corazón pertenece a Kester MacKay,
su amigo de la infancia y el hombre con el que iba a casarse. Sin embargo, el
rey Jacobo IV de Escocia tiene otros planes para traer paz a las Highlands:
ordena que Lilias se case con Cormac Sutherland, el enigmático líder del clan
rival, y que Kester despose a la hermana de Cormac.
A Lilias no le queda más opción que someterse. Ahora vive en el castillo de sus
adversarios, casada con un hombre al que juró detestar y compartiendo techo con
su antiguo amor. Pero la verdad es que Cormac no es el monstruo que esperaba.
Es implacable, aunque no con ella. Es distante, pero sus ojos la siguen de una
forma que hace que todo en su interior se desordene. No la toca más de lo
necesario; sin embargo, cada palabra suya despierta una reacción que no puede
controlar. Lilias había preparado su corazón para luchar por sus raíces, pero
no por las sensaciones que arden bajo su piel.
Cormac Sutherland no es un hombre que se pliegue a la voluntad de nadie, ni
siquiera del rey. Ve en este matrimonio una oportunidad para dominar a los Gunn
y, quizás, vengar la muerte de su hermano. Pero Lilias, su nueva esposa, es
distinta a lo que imaginaba. Su fuerza y pasión lo desconciertan, y le irrita
descubrir que Kester MacKay, su nuevo cuñado y antiguo prometido de Lilias, no
está dispuesto a renunciar a ella. Las tensiones aumentan, y Cormac sospecha
que hay más en juego de lo que parece.
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