Los matrimonios concertados son tan horribles como parecen. Yo lo sé. Mi
prometido es un imbécil que me degrada para su propia diversión.
Pero lo tolero porque eso es lo que hacen las niñas buenas cuando su familia
mafiosa se lo exige.
Bailar es mi único consuelo. Así que, cuando mi instructora se rompe una pierna
y me ruega que ocupe su lugar en el club de burlesque, acepto.
Pensé que me iría un poco más rica.
Eso es todo.
Tengo mucho más de lo que esperaba.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario