Valeria Peláez, era una chica inteligente de Puerto Real. Había acabado
Dirección de Empresas en la Universidad de Cádiz y se había incorporado a
trabajar con su padre en la bodega familiar, donde hacía todo tipo de vinos.
Con una gran cantidad de viñedos. Pero al cabo del año su bonita vida, dio un
giro radical. Su madre murió en la pandemia, su hermano, ya vago de por sí,
solo quería dinero y su padre también enfermó y se reunió con su madre en menos
de un año. Su novio Rafa que vivía en casa con ella desde que terminaron la
universidad, al ver ese desmoronamiento familiar, salió huyendo. Eso la quería
-se dijo, hundida y por los suelos. Al morir su padre, ya solo le quedaban las
tierras, la bodega que tanto amaba y su hermano, el estafador más grande que no
pedía sino dinero y quería su parte.
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