Él juró no volver a amar. Ella llegó con una sonrisa capaz de desarmar hasta el
corazón más endurecido.
Ugo Romano no es un hombre de muchas sonrisas. Propietario de una posada frente
al mar en Sorrento, padre soltero de un niño que es su mundo y guardián de
cicatrices que nadie ve, vive en silencio entre los muros de la responsabilidad
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