Llegué a Chicago con una misión: destruir a Damiano Mancini.
Un monstruo de carne y hueso que los padres mencionan para asustar a sus hijos
antes de dormir. Un mafioso sin alma, un asesino sin redención. Me infiltraría
en su mundo, me ganaría su confianza y lo haría pagar por cada uno de sus
pecados. Me vengaría por todo lo que hizo, por lo que me arrebató.
Pero nadie me advirtió sobre su arma más peligrosa, aquella que me haría caer
en sus redes.
Aquella que provocó que terminara enamorándome de él.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario