En el encantador escenario de Andalucía, Gabriela, una treintañera irónica y
soñadora, hace malabarismos con su carrera de freelance y una vida amorosa
incierta. En los momentos difíciles, encuentra consuelo en su jardín, donde se
refugia en la luna, buscando respuestas y consuelo en el universo.
Un día, durante una visita al mercado, Gabriela conoce a José, un campesino
alto y robusto, de carácter alegre y risa contagiosa. José, con su pasión por
las bromas y su genuino ingenio, se gana el corazón de Gabriela. Pero su
historia de amor es todo menos sencilla. La madre de Gabriela, Sandra, una
mujer esnob y pretenciosa, se opone firmemente a la relación, convencida de que
su hija merece un hombre rico. También complica las cosas Miriam, su hermana
solterona de carácter borde, que parece hacer todo lo posible por poner un
radio en la rueda de la pareja.
Entre riñas familiares y momentos de dulce intimidad, Gabriela encuentra un
aliado inesperado en el frutero Tomás, un hombre rudo e imprevisible. Tomás, a
pesar de su carácter arisco, se muestra capaz de ofrecer sabios consejos,
cuando abre su negocio, claro. Mientras tanto, Arturo, un encantador bailarín y
amigo de la infancia de José, entra en escena, aportando una energía dinámica y
un afecto fraternal que añaden un toque de complicidad a la trama.
Cuando parece que Gabriela y José han encontrado por fin el equilibrio entre el
amor y los obstáculos, ocurre lo impensable: Gabriela desaparece
misteriosamente. La noticia conmociona a todo el pueblo, y todos los personajes
parecen ocultar algo. Las sospechas se multiplican y nada es lo que parece. La
investigación es una montaña rusa de adrenalina, pistas falsas y giros que
mantienen al lector en vilo.
A través de flashbacks y flashforwards, se desvelan secretos del pasado de
Gabriela y sus allegados. La luna, siempre testigo mudo de los pensamientos y
plegarias de Gabriela, parece casi un personaje en sí misma, un símbolo de
esperanza y misterio.
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