Desde que cumplí 15 años, me dije a mí misma que no caería nunca en la baba
viscosa de aquellos sapos disfrazados de príncipes azules, que venían a
enamorarte con palabras insulsas y regalos para compensar sus errores.
Desde esa edad, también decidí a lo que quería dedicarme de ser fotógrafa de
paisajes.
Ahora a mis 26 años, soy dueña de mi propio negocio, donde me dedico a ofrecer
mis servicios de fotógrafa en mi página web. También publico instantáneas de
mis viajes alrededor del mundo, ya que, gracias al negocio me lo puedo permitir.
Ese día me levanté tarde, cosa rara en mí; nótese el sarcasmo. ¡Eso no podía
estarme pasando de nuevo! Iba a perder mi vuelo y con él todas mis fantasías de
descanso, fotos y relajación.
Corrí a toda mecha por el lugar, buscando mi puerta de abordaje, hasta que en
un momento en que bajé la mirada para ver el número en el boleto, choqué
irremediablemente con alguien. Cerré mis ojos esperando una caída que nunca
llegó. En vez de eso, unos fuertes brazos me sujetaron, decidí abrir mis ojos y
me encontré…con esa mirada.
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