Comenzó cuando robé un secreto que nunca debí guardar.
Entonces, «Te reto», fue susurrado en la oscuridad de la noche.
Tres simples palabras que lo cambiaron todo.
Me convertí en la única cosa que Rhys Blackwood odiaba más que a sí mismo.
El propio ángel caído de San Agustín me tenía en su poder y no se iba a rendir hasta arruinarme.
Yo era un soplón. Un mentiroso. Un peón.
Él era cruel. Despiadado. El Rey.
Juntos, estábamos destinados a la destrucción.
Y donde hay secretos y falsedades… hay demonios acechando más allá de las sombras.
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