Jack y yo hicimos todo al revés. El día que me llevó a su oficina -que también fue el primer día que nos conocimos- me propuso matrimonio. Uno pensaría que un tipo como él -un poco frío tal vez- pero aún llamativo y muy inalcanzable, solo le pediría al amor de su vida que se casara con él, ¿verdad? Pensarías que debe estar locamente enamorado.
No. Fue a mí a quien preguntó. Una completa extraña que nunca había oído hablar de él. Una extraña que había sido abandonada por su prometido solo unas semanas antes. Pensarías que me reiría en su cara, lo llamaría loco y algunos otros nombres, y luego me iría lo más rápido posible. Bueno... hice todas esas cosas excepto la parte de alejarme.
Le tomó solo unos minutos convencerme de un trato comercial... quiero decir del matrimonio, y solo unos días para que nos casáramos oficialmente. El día más feliz de mi vida. Mágico. Abre el champán... No. Fue el peor día. Jack Hawthorne no se era nada a lo que me había imaginado.
Lo culpé por mi error de juicio. Culpé a sus ojos, los ojos azul océano que miraban directamente a los míos sin pedir disculpas, y ese ceño fruncido en su rostro no tenía idea de que me fascinaría tanto con el tiempo.
No pasó mucho tiempo después de que dijo que yo era el mayor error de su vida que las cosas empezaron a cambiar. No, todavía no hablaba mucho, pero cualquiera puede juntar algunas palabras. Sus acciones me hablaron más fuerte. Y día tras día mi corazón empezó a tener mente propia.
Un segundo no era nadie. Al siguiente se convirtió en todo.
Un segundo fue inalcanzable. Al siguiente, parecía ser completamente mío.
Un segundo pensé que estábamos enamorados. Al siguiente, seguía siendo nada más que una mentira.
Después de todo, yo era Rose y él era Jack. Estuvimos condenados desde el principio con esos nombres. ¿Esperabas algo más?
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