Simon Belleville, aspirante a parlamentario, sabe que debe llevar a esa hermosa prostituta directamente a Newgate Gaol. Sin embargo, una mirada al impresionante rostro salpicado de lágrimas de Christine Tremayne lo hace vacilar. Mirándola fijamente a sus suplicantes ojos ámbar, no puede contener la sensación de que ella no es en absoluto lo que parece. A pesar que sus expectativas están limitadas por su nacimiento y las circunstancias, ella demuestra tener una mente aguda y amar tanto los libros como el aprendizaje. Con la esperanza de ayudarla, como una vez lo ayudaron, él asume el rol de custodio y tutor. Aunque a medida que el calor de sus clases privadas pasa de ser una chispa incipiente a convertirse en plena llama, Simon se da cuenta de que nunca antes había estado tan intrigado, o tan tentado…
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