Querida Hayley:
Asumo que todavía estás de resaca, así que seré breve.
Anoche te metiste bajo mis sábanas (sin mi permiso), y casi hicimos el amor.
Salí de la cama tan pronto como me di cuenta de que eras tú y te llevé a casa.
Eso fue lo que pasó.
Punto.
Final.
En caso de que lo hayas olvidado, eres la hermana pequeña de mi mejor amigo.
Nunca seremos nada más (no podemos ser nada más), así que preferiría que
trabajásemos en lo de ser «solo amigos» de nuevo. No obstante, no soy de los
que dejan preguntas sin responder —ni siquiera las que se hacen durante una
borrachera—, por lo que, para dar por zanjada nuestra inapropiada conversación
de forma adecuada, te contestaré:
1) Sí, me gustó el roce de tus labios contra los míos cuando te pusiste encima
de mí.
2) Sí, por supuesto que prefiero el sexo rudo, pero estoy bastante seguro de
que no fui rudo contigo.
3) No, no tenía ni idea de que todavía eras virgen…
Este mensaje nunca ha existido.
Corey.
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