Tomar fotografías a esposos infieles. Entregar la evidencia. Cobrar mi cheque.
Ese era mi plan cuando regresé a casa, a Holly Woods, Texas, y me convertí en una investigadora privada.
¿Encontrar un cadáver en mi contenedor de basura? Bueno... Si hubiera tenido la oportunidad, me habría ahorrado aquel descubrimiento, sobre todo teniendo en cuenta que mis tres hermanos son policías. Y mi abuela italiana da por sentado que la razón por la cual estoy soltera es mi trabajo.
Por supuesto, mi conexión con la víctima es una total coincidencia. Hasta que su esposo me contrata para investigar su asesinato y me veo trastabillando directamente en el camino del detective Drake Nash. Mi némesis, una persistente molestia, y un hijo de puta terriblemente sexy.
Es una lástima que aún me resienta por aquella vez que le disparé en un pie hace doce años, pues de otro modo podríamos tener algo. Tal vez en otra vida.
Por lo que ahora lo único que tengo que hacer es evitar las citas a ciegas de mi abuela, intentar no sobornar a mis hermanos para que me entreguen documentos policiales confidenciales, y bajo ningún término apuntar a Drake Nash con mi pistola. O besarlo. O saltar sobre él.
Todo aquello, mientras persigo al asesino.
Suena totalmente simple... Hasta que la aparición de un segundo cadáver demuestra que, a veces, lo que comienza como una coincidencia no siempre termina como tal.
Ese era mi plan cuando regresé a casa, a Holly Woods, Texas, y me convertí en una investigadora privada.
¿Encontrar un cadáver en mi contenedor de basura? Bueno... Si hubiera tenido la oportunidad, me habría ahorrado aquel descubrimiento, sobre todo teniendo en cuenta que mis tres hermanos son policías. Y mi abuela italiana da por sentado que la razón por la cual estoy soltera es mi trabajo.
Por supuesto, mi conexión con la víctima es una total coincidencia. Hasta que su esposo me contrata para investigar su asesinato y me veo trastabillando directamente en el camino del detective Drake Nash. Mi némesis, una persistente molestia, y un hijo de puta terriblemente sexy.
Es una lástima que aún me resienta por aquella vez que le disparé en un pie hace doce años, pues de otro modo podríamos tener algo. Tal vez en otra vida.
Por lo que ahora lo único que tengo que hacer es evitar las citas a ciegas de mi abuela, intentar no sobornar a mis hermanos para que me entreguen documentos policiales confidenciales, y bajo ningún término apuntar a Drake Nash con mi pistola. O besarlo. O saltar sobre él.
Todo aquello, mientras persigo al asesino.
Suena totalmente simple... Hasta que la aparición de un segundo cadáver demuestra que, a veces, lo que comienza como una coincidencia no siempre termina como tal.
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