En la tierra de los dioses y los monstruos, ella era un juguete. Una muñeca. Una mascota.
Su mascota. Tomada, robada, golpeada y usada. Mascota no recuerda nada antes de su toque, y después no desea nada más. Retorcido y despiadado, Ares es su dios ahora. Solo él dice cuándo puede rogar, cuándo puede venirse y cuándo arrodillarse, pero nunca dijo nada sobre irse.
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